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Vea a Jonás Dormir (Parte 3)

Vea a Jonás Dormir (Parte 3)

Ref: Jonah 1:4–16

En este estudio bíblico de Jonás, exploraremos cómo un profeta renuente, Jonás, intenta huir de la voluntad de Dios y las consecuencias que enfrenta. Acompáñenos en esta emocionante travesía mientras analizamos cómo Dios trabaja en la vida de Jonás y en los corazones de los marineros paganos que lo rodean.

Transcript


Vea a Jonás Dormir

El Profeta Pródigo, Parte 3

Jonás 1:4-16

 

Introducción

Cuando un hombre decidió ir a ver un partido de fútbol con su novia, sabía que estaba violando la ley. Él ya había roto su libertad condicional al hacerlo –nadie sabia adonde se encontraba. Como si esto fuera poco, él no se había presentado ante el juez ante un cargo por tenencia de drogas.

Durante el partido, la cámara que enfoca a las tribunas y refleja las imágenes en la pantalla principal del estadio, lo enfocó, y su rostro apareció frente a unos 30 mil espectadores. Antes que terminara el partido, el hombre fue arrestado.

Su abogado se quejó más tarde diciendo: “de 30 mil personas presentes en el estadio, justo mi cliente sale en la pantalla, y justo un oficial del servicio penitenciario estaba en el lugar mirando el mismo partido.”[i]

Este hombre fue atrapado.

Hubo un profeta que no se hizo presente en la corte del rey de Nínive. Él, aparentemente, estaba bajo la impresión de que podía escapar de la lente de un Dios omnisciente huyendo en la dirección opuesta.

Si usted acaba de sintonizar nuestra serie de estudios de Jonás por primera vez, le comento que podemos resumir todo lo que ha sucedido en una sola oración: “Dios dijo, “Ve” y Jonás dijo “No.”

También podríamos resumir nuestro estudio con una oración un poco mas larga: “Dios dijo, ‘Jonás, quiero que vayas y entregues un mensaje de misericordia’ y Jonás dijo ‘prefiero renunciar como profeta antes de ver a los Ninivitas arrepentirse.’”

Entonces, vemos que Jonás, el profeta de Dios, renunció a su comisión. Devolvió su credencial de profeta, le entregó todos sus manuscritos a algunos profetas jóvenes y se marchó hacia la costa Española –la dirección opuesta a Nínive.

Sin embargo, él va a descubrir que Dios no ha aceptado su renuncia. De hecho, Dios le va a dar un tiempo a Jonás para que piense bien las cosas.

El próximo acontecimiento del capitulo 1 lo podemos dividir en tres escenas – cada una con su propio título:

  • Escena uno: ¡No molestar!
  • Escena dos: ¡No preguntar!
  • Escena tres: ¡No voy a regresar!

Escena uno: ¡No Molestar!

La escena uno comienza en Jonás 1:4,

“Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.”

El lenguaje empleado es muy descriptivo. El texto hebreo se podría expresar de la siguiente manera: “El Señor tomo un gran viento y lo arrojo al mar.”[ii]

Continuemos ahora con el versículo 5,

“Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios…”

El texto hebreo en este versículo se puede traducir: “cada uno de los marineros clamo a su dios en oración.”[iii]

Un grupo de marineros aterrorizados comienzan una reunión de oración espontánea en la cubierta.

La palabra traducida como “marineros” en el versículo 5, nos da a entender que estos hombres eran marineros veteranos. Expertos. Ellos han navegado en alta mar; conocen muy bien las tormentas. Sin embargo, esta tormenta es tan increíble que asumen que solo Dios los puede salvar de esta situación. Y están en lo cierto.

La última parte del versículo 5 nos dice,

“…Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.”

Es irónico, pero estos hombres paganos están orando y el profeta de Dios, esta durmiendo.

Mientras Jonás duerme, la tripulación comienza a arrojar por la borda todo el equipaje que podían.

Me pareció gracioso ver que la Septuaginta, que es la traducción griega del Antiguo Testamento, agrega que Jonás estaba “roncando.” Probablemente es por eso que el capitán lo encuentra.[iv]

Jonás tiene un letrero de “No molestar” en la puerta para los marineros, y un letrero de “No molestar” en su corazón para Dios.

El esta roncando durante la tormenta del siglo. El versículo 6 nos dice:

“Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón?...”

Es decir: ¿Como puedes dormir en medio de esta tormenta?

En la última parte del versículo 6 el capitán le dice:

“…Levántate, y clama a tu Dios;…”

Es increíble ver cuan religiosos se ponen algunos individuos cuando se enfrentan a desastres naturales. De repente, estos marineros veteranos oran fervientemente. Y el capitán se quiere asegurar que todos están orando. Él esta seguro que algún dios esta detrás de todo esto y pretende asegurarse que la tripulación le ruegue a cada uno de los dioses.

El capitán probablemente agarró a Jonás por los hombros y le dijo “Despiértate. Comienza a rogarle al dios que conozcas.”

Luego, por primera vez, Jonás siente el vaivén de la embarcación; los crujidos; el ruido del viento, y siente el peligro mortal.

Inmediatamente se da cuenta de lo que está pasando y reconoce que Dios esta detrás de todo esto. Él ha estado huyendo de Dios y Dios estaba esperando que él llegara.

Dios siempre nos lleva ventaja; el siempre esta mas adelantado. A donde sea que huyamos, Él ya esta allí.

Jonás es, en realidad, el único hombre a bordo que conoce al Dios vivo y verdadero, pero en este momento, no esta en buenos términos con Él. No hay duda en mi mente que Jonás podía escuchar la voz de Dios en el rugir del viento.[v]

Ahora, hagamos una observación más de la primera escena. Note que el capitán dice, al final del versículo 6,

“…Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.”

En otras palabras, ¿Por qué no estas orando a tu dios?

Es interesante ¿no le parece? Que los paganos esperan mas del creyente; esperan un estándar más alto del que el mismo creyente tiene.

Este capitán le dice a Jonás: “Tal vez tu dios se apiade de nosotros.”

No pase por alto esta ironía. Este capitán pronuncio unas palabras que deben de haber impactado el corazón de Jonás.

Eso era justo lo que Jonás no quería que Dios hiciera por los Ninivitas… y ahora le piden que ore por eso mismo –por la salvación de un grupo de paganos.

Jonás ha renunciado a su servicio a Dios porque no se quiere apiadar de los Ninivitas. Ahora él se encuentra en medio de una tormenta que esta por hundir al barco y el capitán le pide que ore a Dios para que se apiade de ellos.

Jonás no la va a hacer. El no va a orar por estos marineros.

¿No leyeron el letrero de ‘No molestar” en mi puerta? ¿Por qué no me pueden dejar tranquilo?

Este es un profeta pródigo.

La segunda escena comienza y el enfoque ya no se encuentra en Jonás debajo de la cubierta sino en Jonás sobre la cubierta del barco.

Escena Dos: ¡No Preguntar!

Los marineros paganos en la cubierta están en una reunión de oración, pero eso no parece funcionar. Así que pasan a probar otra cosa con la cual estaban más familiarizados: tirar los dados. Note lo que dice el versículo 7,

“Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.”

Así que estos marineros tratan de descubrir la verdad al tirar los dados, que en realidad eran piedras de distintos colores o, en algunos casos, unas pequeñas varillas de distintas medidas.[vi]

El que se quedaba con la vara mas larga o la piedra de cierto color después que cada uno tomara una –era el ganador. Y Jonás gana.

Él debe estar pensando ¡Bah! ¿En serio? ¿Y esto que es? ¿Mi día de suerte?

Ni bien Jonás saca la varilla más larga, lo bombardean con preguntas, como vemos en el versículo 8,

“Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?”

¿Se puede imaginar esta escena?  El viento sopla fuerte sobre la cubierta y las olas impactan contra el barco con ímpetu. Ellos apenas pueden estar de pie, empapados, y echando suertes –y la suerte cae sobre el extranjero que se mantenía asilado.

La primera pregunta la podríamos traducir como: ¿Qué has hecho?

Note la próxima pregunta:

¿Qué oficio tienes?

Esa es la última pregunta que Jonás quería escuchar –o mejor dicho, responder. El justamente esta huyendo de eso.

La actitud de Jonás es “¡No me pregunten! La razón por la cual estoy aquí es para alejarme de mi oficio.”

¿Puede creerlo? Dios lo atrapó en el mar.

“Jonás, obviamente tu dios es el que esta enojado. Esta tormenta proviene de algún dios y ahora que sabemos que se trata del tuyo, ¿que haz hecho para que esto esté pasando? ¿Qué haces para ganarte la vida?

Jonás ya no puede decir con convicción y autoridad: “Soy un profeta de Dios”.

Cuando uno esta haciendo algo bien y le preguntan si es Cristiano, ¡Que bendición es poder decir, “si”! ¿No es cierto?

Pero, ¿Alguna vez hizo algo malo y alguien le dijo: “Yo pensé que usted era cristiano”?

Cuan trágico es cuando el pecado de un creyente queda expuesto ante el mundo incrédulo.

Jonás responde, en el versículo 9,

“…Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.”

Esto me llama mucho la atención. Jonás aun no pierde su compostura; él esta completamente tranquilo, como si estuviera del lado correcto. Y no pasemos por alto que si bien su respuesta es teología perfecta, también es hipocresía pura.

“Soy hebreo” –Esto es verdad.

“…, y temo a Jehová, Dios de los cielos…” –en este momento, eso no es verdad.

Jonás sabe que esa parte de su respuesta no es genuina. El ha respondido de manera correcta –como si no quisiera sumar otro crimen –pero lo hizo con hipocresía.

Según un artículo de un diario de Chicago, Nita Friedman no parecía ser el tipo de persona que se involucraría en una persecución policial, pero así fue. Cuando un oficial de policía intento detenerla por una infracción de transito, ella se rehusó. Aun cuando el policía encendió las luces de la patrulla y la sirena, esta mujer de más de 60 años aceleró. La policía la persiguió por varios kilómetros, hasta que al final lograron detener el auto perforándole tres neumáticos con clavos de acero. Aun así ella intento seguir, pero el auto ya no respondía.

Lo que dejó perplejos a los policías y a mi al leer la nota, es que ella, en el curso de su huida, nunca violó la velocidad máxima. Ella respetó todas las señales de tránsito. Que ironía –mientras huía de la ley, esta mujer estaba determinada a no violarla.[vii]

Jonás esta tratando de no desacreditar a Dios mientras que, al mismo tiempo, lo esta desobedeciendo. Él es lo suficientemente cuidadoso para reconocer que Jehová es el Dios de la tierra y el mar, pero a la vez, intenta huir por tierra y mar.

Evidentemente estos marineros obtuvieron más respuestas de parte de Jonás, ya que en el versículo 10 leemos:

“…Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.”

Esta es la razón por la cual se enfurecieron en el versículo 10 y dijeron:

“… ¿Por qué has hecho esto?”

Estos marineros pudieron ver inmediatamente la hipocresía de Jonás. “Jonás, tu dices que tu Dios hizo la tierra y el mar. Veamos ahora, ¿adonde estamos? ¡Oh si! En el mar, ¡Grandioso! ¿y ahora que hacemos?

Es trágico cuando los paganos pueden ver lo que un profeta no ve. Es trágico cuando el mundo expone el pecado que los creyentes tratan de ocultar.

La primera escena entonces es “No molestar.”

La segunda escena es “No preguntar”.

Ahora vamos a ver la tercera.

Escena Tres: ¡No Voy a Regresar!

En otras palabras: ¡No pienso ir a Nínive!

Note lo que dice el versículo 11,

“Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.”

El mar ya estaba muy agitado, pero ahora esta peor.

Lo que estos paganos no entendieron fue el motivo. Ellos pensaban que Jonás huía de Dios porque había hecho algo –pero no sabían que Jonás huía de Dios porque él no quería hacer algo. Ellos pensaron que Jonás había hecho algo malo –pero no sabían que él se estaba rehusando a hacer algo bueno.

Luego Jonás los sorprende ofreciéndoles la siguiente solución en el versículo 12,

“…Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.”

Ahora, uno esperaría que ellos arrojarían a Jonás inmediatamente al agua ¿no es así? Pero note lo que hacen en el versículo 13,

“Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.”

Ellos remaron desesperadamente para salvar sus vidas, y también la de Jonás, intentando regresar a tierra.

Nuevamente, no deje de ver la ironía aquí. Jonás no movería ni un dedo para salvar a los Ninivitas paganos, pero estos marineros idolatras están arriesgando sus vidas para salvar a Jonás.

¿Se imagina como se debe haber sentido Jonás cuando estos incrédulos lucharon para salvar su vida?

Pero, de nada sirvió su esfuerzo, así que estos paganos oraron a Jehová en desesperación, diciendo, versículo 14,

“Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.”

Esta es una oración impresionante de parte de unos marineros paganos. Ahora, tenga en cuenta que algo esta sucediendo en sus vidas, cosa que vamos a ver en un momento.

Note el versículo 15,

“Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.”

Mire que Jonás no ofreció arrepentirse ante Dios. No escuchamos una oración rápida. No vemos una petición para que el barco vaya en otra dirección y así el pueda seguir a Dios nuevamente.

¡Que tremendo! Jonás esta tan empecinado, es tan rebelde que esta dispuesto a quitarse la vida –justo cuando el pensaba que los Ninivitas no merecían vivir.

En vez de entregarse a Dios, el desecha su propia vida.

Ahora, para muchos esto puede que no parezca muy dramático, pero lo es. Cuando nos alejamos de la obediencia a Dios, dejamos de vivir una vida digna de ser vivida. Abandonamos el galardón o premio completo (2 Juan 1:8).

Los pródigos desperdician sus vidas.

En cuanto a Jonás, el profeta prodigo, el prefiere morir antes que ver a los Ninivitas salvarse.

Ahora, ni bien Jonás cae al agua, el mar se calma. Fíjese lo que dice el versículo 16,

“Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor…”

¿Que significa que temieron a Jehová? Jonás dijo antes que el temía a Jehová, pero no era así.

Ahora estos hombres dicen temer a Jehová con gran temor, y fíjese lo que dice el resto del versículo 16,

“…y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.”

Un erudito del hebreo escribió lo siguiente: “Esta frase bien se puede entender como que ellos prometieron servirle. Estos términos indican una conversión a la religión Israelita y un reconocimiento que Jehová es el único Dios verdadero.[viii]

Esta escena concluye con más ironía aun.

Jonás se rehúsa a mantener sus votos como profeta para adorar y servir a Dios, y estos paganos ahora convertidos están haciendo votos para servir a Dios.

Estos votos no son una reacción desesperada. Tenga en mente que ellos hacen estos votos, no durante la tormenta como una promesa que si la tormenta termina ellos se convertirían, sino que los hacen una vez que la tormenta ya cesó.[ix]

Una vez que estos marineros están a salvo, prometen servir solo a Dios.

Imagínese este avivamiento –y Jonás se lo perdió.

Los pródigos se pierden las obras del Espíritu de Dios porque están enfocados en salirse con las suyas en lugar de hacer lo que quiere el Espíritu.

En este libro hay dos avivamientos y Jonás se pierde ambos.

Ahora Jonás esta en el mar –tirado por la borda, esperando una muerte segura.

Conclusión

La maravillosa gracia de Dios se revela de manera doble en todo esto.

  1. Primero, la gracia de Dios se revela en que, mas allá que Jonás fue desobediente, Dios usó sus palabras para Su gloria.

¿Quién hubiera pensado que la conversión de estos paganos era posible? La mayoría de nosotros pasamos por alto este avivamiento espiritual.

Mas allá de su desobediencia, Dios utilizó a Jonás como un mensajero del evangelio a estos marineros.

  1. Segundo, la gracia de Dios queda demostrada en el hecho que Jonás fue descartado por los marineros, pero no por Dios.

Dios tiene preparado un pez para que entre pronto en escena.

Pienso que de haber sido Dios, yo hubiera mandado un tiburón –uno bien grande; uno lo suficientemente grande como para que lo tragara entero. Me hubiera asegurado que el sobreviviera, pero que le quedaran marcas de los dientes, cicatrices, para que nunca olvidara la lección.

Las buenas noticias son que mientras Jonás se quería olvidar de Dios, Dios no se ha olvidado de Jonás.

Jonás ha tirado la toalla –Dios no.

Me imagino cuando Jonás impactó en el agua fría del mediterráneo y sintió como las olas se calmaban, probablemente haya pensado. “Lo eche todo a perder. Ahora ya no tengo esperanzas. No voy a sobrevivir a esto.”

Jonás esta por ser sorprendido por un Dios lleno de gracia que lo ama.

En este momento, mientras Jonás se hunde en el agua, las luces del escenario se apagan.

¿Puede imaginárselo? Jonás sabia que estaba con vida porque podía escuchar el latido de su corazón y porque estaba mojado y con frío. Sin embargo, el no podía ver mas nada.

Jonás pensó que este seria el final de su vida, pero solo es el final de la tercera escena. Y para Jonás y su relación con Dios, este solo es el comienzo de la mejor parte.

 

 

Este manuscrito pertenece a Stephen Davey, predicado el 2008

© Copyright 2008 Stephen Davey

Todos los derechos reservados

 

 

[i] Associate Press, May 30, 2003, http://preachingtoday.com.

[ii] Trent C. Butler, Holman Old Testament Commentary: Hosea-Micah (Holman Reference, 2005), p. 273.

[iii] Brynmor F. Price and Eugene A. Nida, A Handbook of Obadiah, Jonah, and Micah (United Bible Societies, 1978), p. 56.

[iv] William L. Banks, Jonah: The Reluctant Prophet (Moody Press, 1966), p. 24.

[v] John Phillips, Exploring the Minor Prophets (Kregel, 1998), p. 143.

[vi] Banks, p. 30.

[vii] “Driver Leads Cops on 15-Mile Chase,” Chicago Sun-Times (Dec. 2, 2004).

[viii] David J. Clark and Eugene A. Nida, A Handbook on the Books on Obadiah, Jonah, and Micah (United Bible Society, 1978), p. 71.

[ix] James Montgomery Boice, The Minor Prophets: Volume 1 (Baker Books, 1983), p. 279.

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